Qué dice la European Stroke Organisation (ESO) sobre la rehabilitación post-ictus

Andrés Velasco

5/26/2025

person wearing orange and gray Nike shoes walking on gray concrete stairs
person wearing orange and gray Nike shoes walking on gray concrete stairs

Después de un ictus, la recuperación motora no solo trata de volver a mover un brazo o caminar unos metros. Se trata de recuperar la autonomía, la seguridad y la participación activa en la vida diaria. Y para ello, no todo vale. La ciencia ha buscado durante años respuestas a una pregunta clave: ¿qué tipo de intervención realmente ayuda a las personas a recuperar su función motora después de un ictus?

La European Stroke Organisation (ESO) ha publicado recientemente una guía clínica centrada en la rehabilitación motora post-ictus. Este documento se enfoca en áreas en las que faltaban recomendaciones claras y ofrece directrices concretas basadas en la mejor evidencia disponible hasta la fecha. En esta entrada desgranamos sus principales aportaciones, con el objetivo de trasladarlas al trabajo clínico cotidiano y a la comprensión de cualquier persona en proceso de recuperación.

El miembro superior mejora con práctica repetitiva

Uno de los déficits más frecuentes tras un ictus es la pérdida de capacidad funcional en el brazo y la mano. Esto afecta desde tareas básicas como vestirse o comer, hasta la participación plena en el entorno.

La guía sugiere que añadir un mínimo de 20 horas de práctica repetitiva y orientada a tareas en el miembro superior, además de la rehabilitación habitual, puede generar mejoras clínicas. Estas horas deben distribuirse a lo largo de varias semanas (por ejemplo, 3 a 5 veces por semana durante 4 a 6 semanas).

En la práctica, esto implica no solo mover el brazo, sino hacerlo con propósito: alcanzar, sujetar, manipular objetos reales. La clave es que el entrenamiento sea activo, funcional y suficientemente intensivo para promover cambios neuroplásticos.

La marcha mejora con más tiempo e intensidad

Recuperar la capacidad de caminar es uno de los principales objetivos en la rehabilitación post-ictus. No se trata solo de desplazarse, sino de recuperar independencia y seguridad en el entorno.

La guía recomienda dedicar también un mínimo de 20 horas de entrenamiento de la marcha estructurado, además del tratamiento convencional. En personas en fase crónica, se ha observado que un entrenamiento más intenso —cuando las condiciones médicas lo permiten— mejora significativamente la resistencia al caminar y, en menor medida, la velocidad.

El entrenamiento puede realizarse en cinta, en terreno real o con ayudas técnicas, pero debe tener una intensidad suficiente para generar adaptación. No basta con caminar lentamente durante unos minutos: es necesario entrenar con esfuerzo progresivo y con objetivos concretos.

Los beneficios de la terapia deben transferirse a la vida diaria

Una de las grandes brechas en rehabilitación es la transferencia de los avances terapéuticos al entorno real del paciente. Muchos pueden mejorar dentro del centro de rehabilitación, pero tienen dificultades para aplicar esas mejoras en su casa, su comunidad o su trabajo.

La guía introduce el concepto de “paquete de transferencia”, un conjunto de estrategias diseñadas para facilitar que lo que se aprende en terapia se convierta en funcionalidad real. Incluye herramientas como diarios de uso del miembro afectado, contratos conductuales, prácticas en casa y seguimiento regular.

El objetivo es sencillo: asegurarse de que la recuperación no se quede en la sala de tratamiento. Lo que realmente importa es que el brazo o la pierna se usen en actividades reales, con sentido y frecuencia.

La terapia grupal y la individual pueden combinarse eficazmente

Durante años, la terapia individual ha sido el estándar en rehabilitación. Sin embargo, la guía sugiere que, cuando está bien diseñada, la terapia grupal orientada a tareas no es inferior para mejorar funciones como el equilibrio, la marcha o la resistencia.

Además de la eficacia, la terapia grupal ofrece beneficios adicionales: mayor motivación, apoyo entre pacientes y uso más eficiente de los recursos. La recomendación es considerar la terapia grupal como un complemento a la intervención individualizada, no como un sustituto.

Para que esto funcione, es fundamental mantener una buena supervisión, adaptar las actividades al nivel del grupo y asegurar que cada paciente pueda trabajar sus propios objetivos dentro de la dinámica compartida.

La transición de sentarse a ponerse de pie es clave y debe entrenarse

Pasar de estar sentado a estar de pie es un movimiento aparentemente simple, pero tiene una enorme carga funcional. Se repite decenas de veces al día y está directamente relacionado con la independencia en actividades cotidianas.

La guía sugiere incorporar entrenamiento específico de este gesto en los programas de rehabilitación. Aunque no se establecen parámetros exactos, se recomienda un número elevado de repeticiones y una práctica frecuente, asegurando progresión y seguridad.

Entrenar esta transición no solo mejora el equilibrio, sino que también reduce el riesgo de caídas, mejora la movilidad general y refuerza la confianza del paciente en sus propias capacidades.

Qué sabemos sobre la evidencia científica

Es importante destacar que muchas de las recomendaciones presentadas en la guía se basan en estudios con calidad de evidencia baja o muy baja, en parte por el reducido número de ensayos clínicos y la heterogeneidad metodológica. Sin embargo, todas las propuestas están alineadas con principios consolidados en neurorehabilitación y cuentan con el respaldo de expertos internacionales.

Más allá de la certeza estadística, estas estrategias tienen sentido clínico y funcional, y representan una base sólida sobre la cual seguir construyendo procesos de intervención personalizados, progresivos y centrados en la funcionalidad real.

Conclusión

La rehabilitación motora después de un ictus no puede depender únicamente de la voluntad o del tiempo de terapia disponible. Necesita estructura, propósito, repetición y transferencia a la vida diaria. Esta guía nos recuerda que el qué, el cuánto y el cómo de la intervención importan. Y que detrás de cada repetición, cada paso y cada gesto funcional, hay una posibilidad real de recuperar lo perdido.

Referencia

Alt Murphy M, Munoz-Novoa M, Heremans C, et al. European Stroke Organisation (ESO) guideline on motor rehabilitation. European Stroke Journal. 2025. doi:10.1177/23969873251338142